Un Ayuntamiento que no es el de Tepic.
Me encuentro muy preocupado por las noticias que me llegan de un ayuntamiento que, por supuesto, no es el de Tepic. Se trata del gobierno de un municipio de otra ciudad del occidente, cuyo nombre me está costando trabajo recordar en este momento. Es presidenta de aquel municipio una joven con una carrera política fugaz, hermosa ella y -hasta donde se sabe- buena persona. Sin embargo, el ejercicio del poder real recae en un par de funcionarios que le han vendido la idea de que, en un futuro próximo la encumbrarán como gobernadora de aquella paradisíaca entidad. Ambos personajes gozan del respeto y el afecto de esta joven, pese a ser bribones de larga data, pues la han conducido con éxito por los espacios por donde ha transitado hasta ahora, siendo ellos, sumamente beneficiados en el camino.
La presidenta de esta ciudad es una mujer inteligente, de eso ni duda cabe. Alguien que antes de llegar a sus treinta años ha sido reina de belleza, modelo internacional y que en tan sólo 4 años ha conquistado los espacios que decenas de políticos no han alcanzado en toda una vida, no puede pasar por tonta. No, el endoso del poder por parte de ella a estas dos personas, considero que no es por falta de capacidad, sino más bien por exceso de confianza. Algo que la joven debería, seriamente, reconsiderar.
Ahora bien. En esa ciudad, el gobierno carece de contrapesos y esa es una de las fuentes de sus problemas. El estado es gobernado por el mismo partido que la ciudad a que nos referimos, en el Congreso, ese partido también tiene mayoría y acaso la única oposición existente es en la propia presidenta del Congreso, quien siente especial animadversión por la alcaldesa y, pese a ser correligionarias, la bloquea cada que tiene oportunidad. Cuestión de egos y choque de aspiraciones, me dicen.
El cabildo, que es el órgano colegiado donde deben discutirse los asuntos de interés municipal, es una suerte de porra colectiva. No, quien me platicó sobre esta ciudad fue claro y me pidió no confundirme, no se trata de admiración genuina o compromiso real de los regidores con la presidenta, sino más bien de una conveniencia velada en la mayoría de los casos. Los regidores lucharon durante meses por obtener posiciones para quienes les ayudaron en campaña, algo natural y que no es malo per se, lo malo es someterse en aras de obtener beneficios propios a cambio de la libertad para señalar, para disentir. Como anécdota, me platica que a los regidores se les dio un bono de gestión por el que pelearon durante meses, de varias decenas de miles de pesos, a cambio de votar un proyecto de ley de ingresos que contenía el aumento en una serie de impuestos con cargo, por supuesto, a los ciudadanos, muchos de ellos lastimados por dos años de una pandemia que no sólo arrebató vidas, sino que lastimó economías y cerró decenas de negocios en esa ciudad. Si no fuera por la enemistad entre las poderosas féminas a la que antes hicimos referencia, los pobres ciudadanos de aquel municipio estarían pagando mucho más de lo que ya están haciendo.
Al grupo de regidores del mismo partido de la presidenta, sólo les falta aplaudirle cuando hace su arribo a las sesiones de cabildo o a los arranques de obra a los que son invitados. Y es que todo, las gestiones con los secretarios, una que otra obra para su demarcación, las lámparas que les solicitan en las colonias, todo, debe tener el visto bueno del super asesor de la presidenta, sí, uno de los dos personajes de que hablamos líneas atrás, en la parte específica donde mencionamos la palabra “bribón”, o “bribones” para mayor precisión. Esto ha inhibido la voluntad de los regidores, convirtiéndolos en una suerte de edecanes o acompañantes cuya única función es recorrer con la presidenta las obras, acompañar al personal de alumbrado público a poner las lámparas que el ayuntamiento les autorizó -porque ellos difícilmente las compran de su sueldo- y aplaudir hasta que duelan las palmas de las manos al triunvirato que gobierna esa ciudad. Hay de todo, los que invirtieron recurso en la campaña y ahora esperan recuperarlo a través de obra pública para las constructoras de que son propietarios y los que defienden intereses inmobiliarios, porque disfrazan de lucha social el negocio que por años les ha permitido mantener su actividad política.
Tres regidoras hay allá de oposición, limitada una por un expediente negro que de un miembro cercano de su familia que fue funcionaria en anteriores administraciones guardan; otra, que es la mejor persona del mundo aunque por desgracia, carezca del carácter para confrontar cuando se deba hacerlo y de cuya nobleza y buena voluntad abusan constantemente. Ella es buena y comete el error de pensar que todos son tan buenos como ella; la última, que es quien señala, sin mucho ímpetu, tal vez por la soledad de sentirse una voz en el desierto, las muchas y constantes irregularidades de ese gobierno municipal.
Indignado, me dice mi amigo, que allá, en aquella tierra, se acaba de caer una guardería dejando algunos niños y maestras lesionadas. A Dios gracias, que no hubo víctimas mortales, pero sí hubo responsables y corrupción, hay que decirlo. Mientras en dicho lugar se apersonó el gobernador a brindar apoyo, la bella presidenta municipal brilló por su ausencia. A través de redes sociales dijo primero que había mandado elementos de protección civil al lugar de los hechos para brindar apoyo y más tarde dijo que se acababa de enterar. No sólo existe confusión entre ambos posteos -con 7 horas de distancia entre uno y otro- sino una alta dosis de falta a la verdad. Más tarde, el comité de acción ciudadana, publicó documentos donde ellos señalaban que apenas unas semanas antes, habían pedido auxilio a ese ayuntamiento que, repito, no es de ninguna manera el de Tepic, para revisar que la obra que se está construyendo cerca de donde funciona esa guardería, no fuera a ocasionar daños al inmueble donde se resguarda a los niños. El ayuntamiento, con un documento firmado por el puño y letra de la funcionaria responsable del área, respondió que todo estaba en orden. 2 semanas después, sobrevino lo que bien pudo haber sido una tragedia.
Le pedí a mi amigo que ya no me platicara nada, mi entendimiento es poco y mi capacidad de asombro se estaba viendo rebasada por tan tristes noticias de aquel gobierno municipal.
-y a ustedes allá en Tepic, ¿Cómo les va con su gobierno? – me preguntó, del otro lado del teléfono mi amigo.
¡Nombre! , nada qué ver con donde vives tú. Yo vivo acá en una ciudad que cada vez se parece más a Londres, por algo a Tepic le dicen “la ciudad que sonríe”. Escuché, segundos antes de colgar, un suspiro con dejo de envidia por parte de mi amigo, que seguramente quisiera vivir, como yo, en una ciudad de primer mundo.