Por: Ulises Rodríguez.
En julio del 2012 le obsequié un libro al Dr. Navarro. Era “Los señores del narco”, de Anabel Hernández. Recuerdo haberlo comprado, por cierto, con la primera quincena que me pagaron como empleado del IMSS en Chiapas, una responsabilidad a la que el doctor tuvo confianza de invitarme. Semanas después, en un desayuno, lo comentamos. El libro me había llamado la atención por varias razones: las recurrentes menciones de Tapachula -donde vivíamos por aquellos días- y de Tepic, los nombres de personajes conocidos de la política que eran mencionados por sus vínculos con el crimen organizado y, sobre todo eso, la crudeza con la que la periodista describía las relaciones criminales entre narcos y políticos.
Hay gente que busca el poder a toda costa. Hasta por encima de los propios principios- me dijo el doctor mientras picoteaba una machaca de res que casi no disfrutó- lo malo es que constantemente es esa gente la que consigue llegar. Tenía razón el doctor.
Las revelaciones de la última semana de Rodrigo Benítez no hacen sino confirmar lo que los nayaritas ya sabíamos: la existencia de una mafia que opera desde el gobierno del doctor Navarro Quintero y que tiene como propósito la obtención de recursos a través de la extorsión, los negocios al amparo del poder, el desvío de recursos, los moches en los contratos de obra pública, el despojo y todos los actos de corrupción habidos y por haber. En su desesperación, Benítez les pone nombre y apellido a los integrantes de la mafia de la que él mismo formó parte: Diana López Zurita, Gabriel Camarena, Javier Mercado, Rocío González, Daniel Araujo, Aracely Ávalos, Ludmila Heredia y Petronilo Díaz Ponce Medrano, por mencionar a los más relevantes.
No menciona a otros cómplices que también fueron relevantes en esta enorme red de corrupción, pero sus nombres siguen presentes: Jorge Luis Mercado, Salvador Cabrera, Jonathan Castañeda y Mary Montoya.
De manera particular, en su posteo de esta mañana, Rodrigo Benítez valida lo que su servidor, entre otros comunicadores señalamos hace tiempo: que Diana López Zurita y Gabriel Camarena eran los emisarios en Nayarit de los tamaulipecos integrantes del grupo de huachicoleros que financiaron en 2021 la campaña del Dr. Navarro. Los hermanos Carmona, como bien se ha documentado, hicieron su riqueza a través de negocios que amalgaman muy bien los negocios con el gobierno y con el crimen organizado. Como prueba de su dicho, el exmagistrado señalado de participar en el entorpecimiento de las pruebas en casos de desaparición forzada aportó una constancia fiscal que acredita el vínculo del inmueble donde viven Camarena y Diana a nombre del grupo JOSER, fundado por los Carmona y vinculado también a la asignación directa de obra pública por parte del gobierno del Dr. Navarro en un evidente pago de favores por haber financiado su campaña hace poco más de tres años.
LOS TAMAULIPECOS
El Dr. Navarro no fue el único. El grupo empresarial de los hermanos Carmona se acercó, en 2019 a varios senadores. Hombres mayores que tenían la mirada puesta en las gubernaturas de sus estados y con quienes López Obrador tenía compromisos políticos. Américo Villareal de Tamaulipas, Rubén Rocha de Sinaloa, Víctor Castro Cosío de Baja California Sur, Alfonso Durazo de Sonora -con quien tuvieron acercamientos antes de que éste solicitara licencia al senado para asumir la secretaría de seguridad y protección ciudadana en diciembre del 2018- y con Miguel Ángel Navarro Quintero, senador por Nayarit. El contacto fue a través de cabilderos primero, luego de conocidos y finalmente llegó hasta Mario Delgado, a la sazón, dirigente nacional de MORENA y actual secretario de educación en el gabinete de la presidenta Sheinbaum.
La oferta de financiar sus proyectos a las gubernaturas de sus respectivos estados se hizo presente casi desde el principio, igual que los recursos materiales, económicos y humanos para lograr ese propósito. Para el caso de Nayarit, los nombres de Diana López Zurita y Gabriel Camarena aparecieron por primera vez. El resto de la historia ya la sabemos muy bien, este par de personajes son los que deciden en verdad el destino de los nayaritas.
RODRIGO BENÍTEZ
Considero que, cualquier persona con dos dedos de frente entiende que la vida del exmagistrado corre peligro. No ha denunciado a un grupo político, sino a un grupo criminal y creo que él lo sabe muy bien. La admisión de sus propios delitos ilustra cuán desesperado se encuentra y ojalá llegue el día donde pague lo que deba pagar, pero que lo haga ante la ley y no bajo la ley de los criminales. Rodrigo Benítez no es una víctima del sistema que hoy lo persigue, no es inocente. Fue parte muy activa en esta red de corrupción y quizá en otras paralelas que les causaron mucho daño a numerosas familias. Sin embargo, su testimonio es valioso porque nos da el contexto de lo que sabíamos que ocurría, pero no sabíamos cómo.
LOS MUCHACHOS DE CAMARENA
Tres folios llaman la atención en la lista aspirantes a ministros, magistrados y jueces del Poder Judicial Federal. El número 52, el 1774 y el 1802. El primero, a nombre de José Gabriel Camarena Morales, está registrado entre quienes se sienten con la capacidad suficiente para ser ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Los folios 1774 y 1802, representan el registro de José Ricardo Carrazco Mayorga y Jonathan Castañeda Espinoza a magistrados de circuito, respectivamente. Sobre Camarena no hay mucho más qué hablar, los nayaritas lo conocemos bien. Sobre Carrazco y Castañeda Espinoza, sin embargo, vale la pena decir que el primero fue, hasta hace unos meses, secretario general del congreso y, en buena medida, es quien sigue decidiendo la agenda legislativa para favorecer los intereses de su actual jefe, Gabriel Camarena. A Carrazco lo conozco. Es un buen abogado, pero considero que el simple hecho de que haya sido el principal operador de reformas como la del Fondo Soberano Nuevo Nayarit y la Reforma al Registro Público de la Propiedad lo descalifican para ser considerado como un candidato a juzgador. De llegar a ese espacio, Carrazco haría lo que ha hecho últimamente, seguir instrucciones de Camarena y los nayaritas ya sabemos bien cómo termina eso.
Sobre Jonathan hay mucho qué decir. Es, lo que bien podríamos calificar como una fichita y, si la honestidad fuera un delito, este muchacho sería el hombre más inocente sobre la faz de la tierra. Operador de los actos de corrupción durante las administraciones de Roberto Sandoval, de Toño Echevarría y lo que va de la del Dr. Navarro ha servido a varios amos: Roy Rubio, Chino Benítez, Salvador Cabrera y ahora a Javier Mercado. Su postulación a magistrado federal, igual que la de Carrazco y la del propio Camarena, obedecen al interés de seguir expandiendo su red de negocios al amparo del poder.
Los cabilderos de Camarena en la cámara de diputados y del senado están haciendo su trabajo tratando de conquistar al menos una de las posiciones anheladas. Lo mismo hace el doctor Navarro, al parecer, fiel a su compromiso de “estar con Camarena hasta la muerte”, según las palabras de Rodrigo Benítez.
EL MUCHACHO DE DIANA
No hay algo que les interese tanto a los chilangos como Bahía de Banderas. Mirtha Villalvazo sí, fue una alcaldesa sumamente cuestionada por sus actos de corrupción, pero su defenestración no obedeció a otro propósito que el de apoderarse de ese ayuntamiento y controlar desde allí una nueva mafia inmobiliaria. Para ello, Diana López Zurita impuso en la alcaldía al personaje más cercano a sus afectos, el entonces diputado Héctor Santana, muchacho con tantas limitaciones intelectuales como de principios, pero útil en el juego de la simulación y los negocios al amparo del poder. Diana, su mentora, lo promueve con ahínco como un aspirante a la sucesión del 2027 a sabiendas de que es una pelea perdida, pero con la esperanza de al menos, negociar la reelección en el municipio que tanto les gusta y del que tanto se han aprovechado.
EPÍLOGO
Tenía razón el doctor. Desgraciadamente, parecen llegar al poder solo los que lo persiguen a toda costa, incluso sobre los propios principios.
ESCENA POSTCRÉDITOS.
Perdonen, amigos que me hacen el favor de leerme, por extender este texto todavía más con una escena postcréditos, pero no puedo evitarlo.
¿Sabe usted, amable lector, cuál es la única diferencia entre el gobierno del Dr. Navarro y el de Geraldine Ponce? Es una cuestión de mera circunscripción. Unos roban en todo el estado y otros hacen lo propio en Tepic. Los dos grupos que encabezan son, básicamente lo mismo.