Crónicas Políticas
Difícil conseguir el Fiat; profesión que demanda un exigente grado de capacidad profesional, la sofisticación del sistema y convertirse en aliados del SAT, invertir en tecnología de punta y pagar bien a sus empleados.
Ese sería el marco de referencia para referirnos a los notables notarios de Nayarit; lo hay de prosapia como Daniel Saucedo Berecochea, que desde su abuelo estaba destinado a serlo, dado que el entonces gobernador Roberto Gómez Reyes no se lo concedió a su padre ni a su tío, le señalaba que no se vería bien tener dos Notarios en la misma familia; hoy ese pudor no es taxativa alguna, no solo hay dos, ¡sino hasta tres!
El gobernador Emilio “eme” González, estableció las demarcaciones y nombró a mas de 15 diseminados en los municipios; se acabó con ello el negocio de los jueces de primera instancia que actuaban como Notarios por receptoría.
En la grey fedataria, hay de todo, talentosos, honrados y muy inteligentes, son unas chuchas cuereras; y otros torpes e ignorantes.
Algunos que tienen su Fiat como adorno y trabajan por inercia, tienen tanto dinero que no lo ejercen a cabalidad.
La función fedataria es indispensable en una sociedad como la nuestra, el mercado inmobiliario lo reclama; el Estado tiene la obligación de vigilar su ejercicio, en otro tiempo, cuando solo había Notarios en Tepic y que iban a todos los municipios, ¡hacían hablar hasta a los difuntos!
Cuéntase la anécdota de aquella familia en Santiago que llevó a un connotado Notario de Tepic, para dar fe de la disposición testamentaria de un rico personaje, lo tenían sentado y le jalaban con una cuerda del cuello para asentir sobre la repartición de cabezas de ganado, casas, comercios, cines, terrenos; solo que ahí estaba un hijo fuera de matrimonio que viendo como se apropiaban de los bienes y casi no le dejaban nada, les dijo a sus medios hermanos y al Notario: “¡Oigan cabrones, o le jalan parejo …, o abro las ventanas y quito las cortinas para que vea el Notario que ya está difunto nuestro padre!”
Y la cuerda se jaló para aquél lado y el Notario inmutable ante el incidente volvió a preguntar circunspecto, “que diga el interpelado como es cierto que las casas con los números tal y tal de la calle tal así como las parcelas tales, y los vehículos tales, le corresponde a su hijo fulano…?” (le jalan la cuerda del modo que el cadáver asiente) y el notable Notario le dice a su secretario que redacta el testamento, “que dice que sí…”
¡Nadie duda de la palabra de un Notario, son impretérritos, impolutos y veraces!
¿Y son honrados..? Bueno, no todos…