Punto Crítico
La cretinización de la política
La Real Academia Española, en su diccionario de la lengua, dice que el cretinismo es una enfermedad caracterizada por un peculiar retraso de la inteligencia, entre otras cosas. También que, por extensión, se le llame cretinos a quienes padecen estupidez, idiotez, falta de talento.
Creo que a falta de ideas, de propuestas, de visiones de cómo resolver los problemas de la sociedad, los políticos de todos colores y sabores, se han convertido en verdaderos cretinos, en gente que antepone la llegada al “poder”, sobre la idea de para qué quieren llegar al poder.
Tradicionalmente un partido político era una asociación de ciudadanos que enarbolaban una idea común del tipo de sociedad que querían y a través de la vía electoral, buscaban llegar al poder o retenerlo. “Los partido político son entidades de interés público que promueven la participación de los ciudadanos en la vida democrática y contribuyen a la integración de la representación nacional; los individuos que la conforman comparten intereses, visiones de la realidad, principios, valores, proyectos y objetivos comunes, parte de una forma u otra para alcanzar el control del gobierno o parte de él, así llevar a la práctica esos objetivos”, dice la bendita Wikipedia.
Los partidos son camarillas
Sin embargo, la realidad es otra. En primer lugar están integrados por camarillas de verdaderos filibusteros que los usufructúan para su provecho personal, para que sus amigos, compadres, socios, esposas, amantes y todo tipo de relaciones familiares y privadas, detenten parte de poder público.
Así vemos que en cada elección participan casi siempre los mismos, o sus familiares, convirtiendo en los partidos en una especie de agencia de colocaciones, en los que la inmensa mayoría de los militantes, son olímpicamente ignorados y solo sirven para la parafernalia que conllevan los procesos electorales, para participar en mítines, asambleas, acarreo de votantes previa promesa de algo, etcétera.
La Ideología no existe
Por ello, lo que alguna vez llamamos ideología desapareció de la faz del México real, convirtiéndose en marketing político, el ganar por ganar. Partidos que tienen visiones de la sociedad diametralmente distintas, como el PRD y el PAN, son capaces de unirse para, según ellos, derrotar al Diablo reencarnado, traducido en el PRI. Han creado un mito genial de que todos los males de México emanan o son producto de ejercicio del poder de los tricolores, olvidándose de que el PAN gobernó la nación doce años.
Así que se dan alianzas que en la práctica significan que, de ganar, tendrán gobiernos demenciales, que en aras de lo pragmático, no aterrizan ninguna de las ideas sociales que enarbolan, y sólo cubren la cuota de obra pública justificante de su razón de ser y, a veces, ni eso. Así tenemos que gente que, por ejemplo, defiende el derecho de las mujeres a decidir si son madres o no, se unen electoralmente a quienes tajantemente rechazan y penalizan el aborto. Se juntan los que desean servicios públicos municipalizados con quienes quieren privatizarlos. Esquizofrenia pura.
Candidatos nefastos
En aras de ganar, los dueños de los partidos postulan todo tipo de sabandijas, importándoles únicamente si son redituables electoralmente, si pueden ganar. No les importa si robaron poquito antes o si lo están haciendo. No ponen filtros morales o éticos de ningún tipo.
La fiesta inicia…