Trabajé 9 años en el Poder Legislativo de Nayarit y considero que lo conozco bien. Entré a trabajar allí en la XXXI Legislatura, que fue la que acompañó a Roberto Sandoval en la segunda mitad de su gobierno. El titular formal del Congreso, por aquellos días, era el diputado Jorge Segura, pero se sabía que quien de verdad mandaba, en la extensión más amplia del concepto, era Sulma Altamirano, quien operaba política y financieramente para el gobernador que hoy está preso en el mismo penal federal que prometió sacar de nuestro estado.
Lo mismo ocurrió en la XXXII, donde Polo Domínguez, ensimismado en su soberbia y en sus eternas pretensiones de ser gobernador, entregó la administración del Congreso a otro grupo político. Ellos perfeccionaron un mecanismo de distracción de recursos a través del departamento de adquisiciones, dependiente de la Oficialía Mayor del Congreso, en los que establecían sobreprecios, pedían diezmos a proveedores, registro de facturas falsas entre otras operaciones completamente irregulares que, seguramente, dejaron millonarias ganancias. Aunque, siendo francos, no estoy seguro de que éstas hayan sido para el Galeno ¿El Dr. Polo lo supo? Considero que sí, pero mientras él pudiera seguir en calidad de reina de primavera jugando a ser candidato a gobernador, la administración del Congreso poco le importó.
Igual que en la anterior legislatura, en la presente y, seguramente en las que vendrán después, el millonario presupuesto del Poder Legislativo se convirtió en una fuente de recursos de la que se echaba mano lo mismo para la operación política del grupo en el poder que para el enriquecimiento personal de quienes tenían a su cargo la ejecución de estas prácticas.
En agosto del 2021 se instaló la XXXIII legislatura con la diputada por Compostela, Alba Cristal Espinoza, como titular. En aquellos meses, publiqué un artículo invitando a la reflexión a la entonces novel legisladora. En una analogía que tuvo como eje central al arquitecto Navarro Quintero (líder parlamentario de la XVII Legislatura local), sugerí a la diputada verse en el espejo de Polo Domínguez y lo que la soberbia le causó al galeno. En el caso de Domínguez, fue la pérdida de la ansiada gubernatura mientras que en el de Espinoza Peña es, que hoy, todo el aparato de Estado esté sobre ella pretendiendo hacerla culpable de un robo del que también considero tuvo conocimiento, pero del que ella fue una pieza menor.
Con la administración del Dr. Navarro se ha inaugurado una nueva etapa en la vida política del estado. Tal vez la más decadente de la que tenga memoria. El Poder Judicial se ha reducido como nunca, igual que el legislativo. Los titulares de ambos poderes se han despojado de cualquier vestigio de dignidad y se han convertido en simples edecanes del gobernador. Mudos, sin voluntad propia, sólo asienten y obedecen. Son figuras meramente decorativas.
En días pasados me enteré de una reunión en la que se decidiría el destino del Poder Legislativo en el área de la secretaría general, donde se trabaja y operan las reformas más trascendentes para el estado. Es allí donde se les ha dado viabilidad jurídica a las iniciativas enviadas por el gobernador y que han perjudicado a miles de familias nayaritas, pero es también allí donde se han operado aquellas que han redituado importantes ganancias para la mafia que actualmente gobierna Nayarit y que está conformada, como bien sabemos, por Diana López Zurita, Gabriel Camarena y Javier Mercado, entre las más visibles cabecillas.
El actual titular, maestro Ricardo Carrazco es un buen muchacho. En los años en los que fuimos compañeros siempre me dispensó un trato amable. De apariencia casi tierna, uno jamás se imaginaría que es un operador político eficaz a la hora de aprobar reformas que benefician a quienes son sus padrinos. Llegó al Congreso de la mano de Polo Domínguez, pero permaneció allí gracias al actual magistrado, Rodrigo Benítez, un personaje siniestro que jugó a ser una especie de Edgar Veytia disfrazado de académico. Un personaje también, al que no tarda en alcanzar la justicia, según lo que se escucha en la ciudad de México. Bueno, en la reunión antes mencionada, se discutió quién de los dos grupos dominantes en la administración se quedaría con el órgano técnico del Poder Legislativo. La presidenta de MORENA y vicegobernadora de facto, Elizabeth López Blanco tenía su propuesta. Ella fue, después de todo, quien impuso al nuevo titular del Poder Legislativo y tiene en la oficialía mayor a un alfil suyo. La oposición vino del grupo de Camarena, quienes necesitan esa área para seguir operando las reformas que a ellos tanto rédito económico les ha dejado.
Imagine usted, amable lector, que el congreso estatal es una plaza territorial y que existen dos cárteles que se disputan su control: los que encabeza Elizabeth López Blanco y los que dirige Gabriel Camarena. Al menos en este asalto, el vencedor fue el segundo: la nueva secretaria general será una gente de sus confianzas que hará, por supuesto, lo que el super asesor jurídico del gobierno le indique.
La disputa por el control del congreso no obedece, desde luego, al interés de hacer el bien a Nayarit. La disputa tiene un origen, digamos, más mercantil: es medrar hasta el último centavo posible de los nayaritas. El gobierno honesto, humano y humilde, será recordado por los nayaritas igual que las plagas egipcias descritas por el antiguo testamento. En lugar de sapos y bichos, en Nayarit lo que nos llovió desde septiembre del 2021 fueron bandidos voraces.
ESCENA POSTCRÉDITOS: Me sorprendió la postura expresada hoy, a través de sus redes sociales, por la exdiputada Alba Cristal Espinoza. Pareciera que le está haciendo un favor nuevamente al mismo que la ha arrojado a los leones y creo que eso no es lo mejor ni para ella ni para los nayaritas que merecemos conocer a profundidad lo que ocurrió en el Congreso. La historia que comenzó como un desfalco al Congreso del Estado se convirtió, para mí, en la punta del iceberg de una operación a gran escala de distracción de recursos que llega hasta la misma puerta del ejecutivo estatal. Decenas de documentos obtenidos a través de transparencia, decenas de entrevistas, documentos recabados, sostienen mi teoría de que este es el robo del sexenio. La exlegisladora tuvo conocimiento de ello y, seguramente posee las pruebas suficientes para descubrir a todos los involucrados, mismos que pretenden que ella sola afronte las consecuencias. No lo hizo. Creo que se equivocó.