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Salvador Mancillas Rentería





Colaboraciones  / Columnistas  / Notas  / Opinión Política  / UAN
Política de SEP y la patraña de la lucha anti corrupción.
Salvador Mancillas Rentería Publicado: diciembre 8, 2021


Desde que los neoliberales llegaron al poder hace más de treinta años, la política de recortes al presupuesto y de mutilación de los contratos colectivos de trabajadores en contra del sistema educativo, ha permanecido inalterable. Con el actual presidente, la política es la misma, pero más extrema, insidiosa y autoritaria. ¿Qué es, entonces, lo que se festina tanto, con tanta fruición?

En el caso de la educación superior, rasurar las cláusulas laborales, establecer cargas impositivas a prestaciones y aguinaldos, individualizar el sistema de investigadores, entre otras cosas, constituyen una herencia de los supuestamente odiados neoliberales, a los que el presidente sigue, en la práctica, casi con fervor fanático, aunque contradictorio: te imito, aunque te odie.

Pero hay muchos motivos para ir a misa. Aunque se trate de la misma política, «igual a su espejo diario», ha cambiado el discurso. En el lenguaje presidencial se ha sustituido la ideología del eficientismo, del orden en las finanzas y de la «productividad», por el de la lucha contra la corrupción, cuya única utilidad ha sido hasta ahora la de mostrar al presidente como un súper héroe de la lucha social, a costa, desde luego, de los recursos públicos y mediáticos. La misma gata, pero revolcada. El gobierno se disfraza de izquierdista para seguir siendo un vil conservador.

Lo de la lucha contra la corrupción sólo son palabras, un escándalo de chachalacas, porque en la realidad tampoco se ha hecho nada serio para combatir este flagelo social, económico y político. En este aspecto se sigue actuando a lo tradicional, atrapando peces medianos, cortando cabezas de turcos, «sobredimensionando» bagatelas, realizando actos cobardes y vengativos (como el ejercido contra Rosario Robles) y practicando «sacrificios» inútiles (como el de bajarse el salario al principio del sexenio, para terminar ganando más al cabo de los primeros tres años).

Dejando de lado que los índices de corrupción han aumentado en México, en lugar de bajar, en el caso particular de la Universidad Autónoma de Nayarit, el gobierno se ha limitado igualmente a aplicar la política del chivo expiatorio: mantener en la cárcel al líder del SETUAN Luis Manuel Hernández Escobedo, como en la película del gladiador, —donde el emperador se gana el aplauso del pueblo por dar la orden de muerte en contra de los esclavos inocentes arrojados a los leones.

La euforia popular es contagiosa, desde luego; inflama el entusiasmo social, aunque en el fondo sólo se trate un exceso de emoción y poco razonamiento. Todo mundo se conmueve hasta la médula con el discurso del Peje contra la corrupción. ¡Qué sublime manipulación engaña bobos sentimentaloides!

Lo cierto es que los verdaderos estafadores de la universidad siguen afuera, con los bolsillos llenos: Juan López sigue libre y con una fingida orden de aprehensión que sólo significa: «hago como te persigo con la Interpol». Mientras tanto «nos jodemos a la UAN», los traemos a «carrilla» con las auditorías, tronamos la institución desde los sindicatos hasta el CGU; inclusive les cambiamos la ley orgánica, le damos atole con el dedo al rector cada diciembre, y todo el etcétera que ya conocemos año con año.

Mientras tanto, Juanito baila un zapateado en son de burla contra universitarios y nayaritas. Juanito, el “rector inocente” y «vístima» de Veytia, (el que le dio casi 400 millones de pesos de la UAN a unos «vigilantes» para que estos, a su vez, se los «prestaran» con réditos leoninos a la propia universidad), sigue libre, a punto de convertirse también en súper héroe de cómics. ¡Qué ingenio financiero! Pero traer a cuentas a Juan López no representa dividendos políticos, ni para el anterior gobierno, ni para el actual, porque lo que se requiere es un chivo expiatorio que vuelva verosímil la ideología anticorrupción. Usar a los propios cómplices del criminal confeso Edgar Veytia para acusar a Luis Manuel hasta de lo que se va a morir, sí que representa ganancias políticas. Es algo, inclusive, que le ha parecido atractivo al propio presidente de la república, porque constituye una oportunidad de lucirse como súper héroe anticorrupción ante la chairada nayarita.

Ya que el presidente no puede contra los Padilla de la Universidad de Guadalajara, pues hay que madrearse a los «Padillita de la universidad», a los Hernández Escobedo de la UAN y dar un sopapo a la choya de Nacho Peña. Y, sobre todo, aprovechar el petate de la cadavérica corrupción para trinquetear a los profesores y trabajadores universitarios. Al final de cuentas, en este mundo post moderno, las propias «vístimas» aplauden la demagogia del Peje, como si festejaran al cuchillo que habrá de cortarles el cuello. Sí señor: no es mutilación de contratos colectivos, es como usted dice, señor Presidente, «pura austeridad republicana».


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Colaboraciones  / Nayarit  / Opinión  / UAN
La UAN ¿Reducida a mini Universidad?
Salvador Mancillas Rentería Publicado: septiembre 20, 2021


Con el objetivo de apuntalar un esfuerzo de solución de los problemas financieros de la Universidad Autónoma de Nayarit, el recién estrenado gobernador, doctor Miguel Ángel Navarro Quintero, propone desincorporar las escuelas preparatorias y anexarlas al colegio de bachilleres.
Así, la federación absorbería la nómina junto con toda la infraestructura y el personal, sin que esto afecte el monto total del presupuesto asignado actualmente por la federación. Por lo menos esta es una promesa del mandatario. Por desgracia, esta decisión también depende de la SEP y del presidente de la República, López Obrador.

La idea del doctor Navarro, según entendí, es que las participaciones -antes asignadas a las preparatorias- se utilicen para resolver los problemas de fondo, estructurales, de las finanzas universitarias: adeudos con el SAT, IMSS, INFONAVIT, nómina y demás. Por lo pronto, no habría más problemas de pago los fines de año y, a largo plazo, se restablecería la viabilidad financiera en todos los aspectos.

Grosso modo, parece una medida económica muy inteligente; pero en la práctica plantea cierta incertidumbre política, que espero el nuevo gobernador las disipe: con una población estudiantil reducida a la mitad, ¿qué garantizará que la federación respete la integridad del presupuesto a favor de la universidad?, ¿sólo la palabra del presidente y de la actual secretaria de la SEP?, ¿qué pasará con las futuras administraciones? ¿Se necesitaría algún tipo de blindaje para que futuros mandatarios no recorten el presupuesto universitario, con el pretexto de la baja población estudiantil?
En el plano laboral ya detecté cierta angustia de parte de colegas docentes de las preparatorias. El sólo anuncio de la propuesta anima ya debates acerca de la conveniencia de pertenecer a otro sindicato y someterse a nuevas reglas de corte laboral. Algunos consideran que, por lo menos, ya no sufrirían de falta de pagos de nómina; pero otros se preguntan si se garantizarán los derechos actuales e, inclusive, si hay alguna propuesta para mejorarlos.

En otro nivel, la medida implica también cambios normativos radicales y profundos: requerirá un cambio total en la ley orgánica, sobre todo en lo que se refiere a estructuras de gobierno, en virtud de que los consejeros asignados a las preparatorias tendrán que desaparecer. Las reglas del juego del poder, sobre todo en vísperas de una sucesión rectoral, adquirirían una nueva forma, que puede volverse objeto de ríspidas negociaciones.
En la práctica, esto sería un golpe fuerte para la FEUAN y para los sindicatos de profesores y trabajadores universitarios, cuyo capital político depende hasta ahora, en cierta medida, de las preparatorias. SPAUAN Y SETUAN tendrían, obviamente, menos delegaciones o representaciones foráneas y recibirían, por tanto, menos contribuciones (en fondos) por parte de sus afiliados. La UAN sería una Mini universidad (aunque con buen presupuesto, lo que despertará más ánimos de control en diversos grupos). Tendría 15 unidades académicas menos, las de nivel preparatoria, y se quedaría sólo con alrededor de 21 unidades de nivel superior. El indicador de cobertura se desplomaría automáticamente, lo que impactará en las evaluaciones y certificaciones.

En lo personal no estoy de acuerdo en una desincorporación de las preparatorias. Es una medida buena, pero arriesgada en términos políticos, académicos y laborales. ¿Por qué no, simplemente, federalizar la nómina? Hay muchas universidades federalizadas que, no obstante, tienen garantizada su autonomía, su normativa, sus estructuras de gobierno, etc. No está peleada una cosa con la otra. La UNAM, la UAM, la universidad de Chapingo y muchas otras instituciones son entidades federalizadas que conservan, sin embargo, su propia autonomía y sus organizaciones laborales. A nadie se le ha ocurrido incorporarlas a un organismo vertical o convertirlas en “mini instituciones de educación superior”. Pero este es mi modesto y personal punto de vista. Habrá que esperar análisis de universitarios con más luces que las que dispone este autor; y por supuesto, es de esperar que el doctor Navarro, quien es además un profesionista muy preparado e inteligente, tenga las respuestas pertinentes a estas inquietudes.


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