Dictó cátedra de caló en Ecuador, Perú y Chile
Nayarit Altivo
Por: Oscar González Bonilla
Pica Lica dondequiera es así conocido, menos por su nombre de civil. Se trata de un singular personaje de la picaresca nayarita, para más cómodo tepicense. Frisa 71 años de edad, por eso su encorvado andar, pero su transporte citadino es una motocicleta cuya figura con un sombrerillo a la cabeza veloz recorre las calles de Tepic.
Pirukis original sobrenombre que trocó luego en Pica Lica y Califica. Al paso de los años quedó en Pica Lica, pero que él mismo piensa disminuirá a tan solo Lica, porque dice que ya no Pica. Total, es un enredoso juego de palabras al que nuestro personaje es muy afecto, también al albur.
Sergio Ramírez Barba nació en Amapa, municipio de Santiago Ixcuintla, pero muy pequeño sus padres lo trajeron a Tepic, por ello es común que conteste ser tepiqueño cuando le preguntan por su lugar de origen.
Es un hombre de mundo. Amante de la música, el canto, la actuación, la literatura, el baile y la escritura, entre otras yerbas, artes que además practica, y bien. Cuando joven, Sergio fue campeón de clavados en competencias de interprepas e interfacultades de la UNAM, por antonomasia buen nadador, vencedor en concursos de baile, y además destacó en la práctica de deportes varios, entre ellos el basquetbol.
Es licenciado en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pero además radicó como 25 años en la colonia Morelos, misma que alrededor tiene a La Merced, Tepito y La Lagunilla, entre otras, con sus respectivos barrios bravos. “Es la zona más peligrosa del Distrito Federal, pero que te da formación para sortear los avatares de la vida. Allí aprendí el caliche, la tatacha, el doble sentido, el albur y a no dejarte. En la ciudad de México si te duermes no cenas”.
Ha desarrollado un estilo muy propio, bastante alejado de la convencional manera de escribir, plasmado en seis de sus obras que hasta nuestro tiempo ha logrado editar y que le han valido reconocimientos local, nacional e internacional.
Los títulos de sus seis libros son: Pica Lica y Califica, Más metidas que sacadas, Lo liso y parte de lo arrugado, Hasta el tronco da limones, Gárgaras boca abajo y Lleva la pieza entera, o le saco la pedacera. De su propia versión se sabe que prepara el séptimo de sus libros, será una antología de los anteriores.
El interés por publicar libros surgió por motivación del artista cómico Luis de Alba cuando ambos se encontraron en el bar La Yarda de Acapulco (Sergio vivió 6 años en el puerto guerrerense), propiedad de este último, quien comprobó vis a vis la habilidad de Pica Lica para expresarse en caló chilango al tener un diálogo en ese tono. Empezó a escribir y se enteró que no le era difícil, pues tenía práctica anterior en la Gaceta de la UNAM y en la segunda sección de Ovaciones en la columna de Matarili-lirelón, donde se expresaban únicamente en caló.
“El caló es la pronunciación de fraseología desfigurada para que la autoridad (policía) no se dé cuenta, por tanto los delincuentes se comunican sin saber quien escucha de lo que están hablando. Hay uno (caló) muy notable, como: Tabasco que te fui a Veracruz, pregunté por Tijuana, me dijeron que ya te habías Morelia, pero viveros de Coyoacán…eso sí se entiende, pero hay otro que no, incluso se burlan de ti y no entiendes absolutamente nada, como si fuera otro idioma”.
Su primer libro apareció a los lectores en 1999, al paso del tiempo su obra literaria ha sido presentada en diferentes lugares de la capital nayarita y municipios de Nayarit, asimismo en entidades del país, en California y Texas de Estados Unidos, también en diversos sitios de la ciudad de México destacados por su valor histórico, cultural o arquitectónico.
Requerido por esa manera tan lejos del lugar común de decir las cosas, Pica Lica visitó Ecuador, Perú y Chile con el propósito de ser el conferencista estelar sobre el uso del idioma con base en los libros por él escritos, dirigido fundamentalmente a maestros y estudiantes universitarios.
Pero allende la frontera fue obligado desarrollar temas del acontecer de México, como el asunto de los desaparecidos normalistas de Ayotzinapa, el conflicto de intereses en que ha incurrido la pareja presidencial, inmoralidad y corrupción de funcionarios, narcotráfico, violencia y muerte, entre tantos otros, exigidos al conferencista por el público oyente cuando se abrió el espacio de preguntas y respuestas, inquietudes y opiniones.
Pletórico de curiosidad por conocer de primera mano sus experiencias, en cuanto arribó Ramírez Barba a nuestras tierras me di a la tarea de solicitar la entrevista. Sin más accedió, motivado por la luenga amistad que nos une.
De entrada dio a conocer que la invitación para asistir como conferencista a Ecuador, Perú y Chile devino de autoridades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) luego de la presentación de su último libro en el Teatro del Pueblo en el mercado Abelardo Rodríguez de la ciudad de México.
“El especial género literario por mí desarrollado durante mucho tiempo fue lo más interesado por estudiantes que allá cursan las carreras de Comunicación Social, pero además captó la atención de maestros de Lingüística, Español y Literatura. Su pretensión fue documentarse más sobre el idioma español, pero en exclusivo del lenguaje que surge en la ciudad de México como es el caló, caliche, tatacha, verba, etcétera”.
Las intervenciones de Sergio Ramírez Barba fueron con referencia al manejo del albur fino. Puso un ejemplo de ello: no es lo mismo las ruinas del Machu Picchu, que venga un macho te meta el picchu y te deje en ruinas. Ese juego de palabras, asegura el entrevistado, les encantó en Perú (el intelectual nayarita estuvo en Lima, Arequipa y Cusco) no porque lo desconozcan sino porque los peruanos no lo utilizan con la misma facilidad que los mexicanos.
Luego Pica Lica comentó haber asistido en el pasado a concursos de albures finos en la ciudad de México, donde durante tres ocasiones el premio ha sido para una analfabeta mujer de Tepito que hace dos años ingresó al INEA para enseñarse a leer y escribir. “Es una gran virtud de esta mujer que sin saber leer ni escribir haya revolcado a albureros de Tepito, La Lagunilla, La Merced, La Candelaria, etcétera”.
Pica Lica también tiene sus lauros, en concursos de albures, coplas, versos y chascarrillos ha triunfado en San Luis Potosí y Veracruz.
El conferencista nayarita expuso conocimientos también en Ecuador (Quito, Manta y Guayaquil), así como en Chile (Santiago, Viña del Mar y Valparaíso).
Comenta que en Perú fue invitado a un restaurante de comida mexicana, cuyo propietario, asociado con un veracruzano, es originario de Bellavista, municipio de Tepic. Lo platicó para responder a la pregunta de si por aquellos lugares encontró mexicanos. Incluso asegura que el restaurantero nayarita le ofreció trabajo y pagarle 150 dólares diario por dos shows cómicos: a las 20 y 24 horas, este último exclusivo para mexicanos.
Niega Pica Lica que su formación lingüística defeña haya sido por sus constantes visitas a la cárcel de Lecumberri como pasante de la carrera de Derecho. No. Explica que en el Distrito Federal fue intensa su amistad con el también nayarita Miguel Castro Bustos, quien inició movimientos estudiantiles desde 1964 que lo llevaron a tomar la rectoría de la UNAM enclavada en la ciudad universitaria, después de lo cual sufrió cárcel y tortura física y psicológica a manos de elementos del Ejército.
Políticamente creció al lado de Castro Bustos, por consecuencia también sufrió represión del gobierno federal al ser detenido y enviado al campo militar, primero, y luego preso en Lecumberri, pero en grande le favoreció hablar caló y caliche porque de esa manera evitó ser apaleado.
El escritor Sergio Ramírez Barba, en otro orden de ideas, agradece sobremanera el apoyo entregado para sufragar el viaje a Ecuador, Perú y Chile al licenciado Juan Antonio Echeagaray Becerra, a la Dirección de Prensa del Gobierno del Estado, al presidente municipal de Tepic, Polo Domínguez, dos que tres magistrados del Tribunal Superior de Justicia de Nayarit y demás.