Showman
Vine a cenar una torta, ignorante de la nueva experiencia de la que sería testigo. Les platico: estaba yo echándome una torta de sirloin con aderezo picante y un chocomilk, cuando en el puesto de al lado, empieza un hombre a hablar como si fuese locutor, mientras grababa con su teléfono a las personas que atendían en dicho negocio.
Le ponía muchas ganas, eso que ni qué. Describió detalladamente la comida que allí vendían y dijo que como esa comida no encontrarían otra igual en la ciudad. Le acercaron un platito de unicel con los tacos que vendían y el hombre comenzó a elogiar la receta secreta que los hacía tan peculiares al tiempo que mordía uno a uno.
Era un showman.
Quién esto escribe, preocupado por no salir en dicha grabación pegándole la mordida a mi torta o enguasado con mi chocomilk, aprovechaba cuando apuntaba su teléfono hacia otro lado para no salir de fondo.
De repente, terminó el hombre de hablar y bajó su teléfono celular.
-Listo, hermano, ahora sí no te vas a dar abasto de clientes. Tengo 30 mil seguidores en redes sociales y ahorita, a estas alturas, tu negocio ya debe haber sido visto por lo menos por la mitad de ellos. Te va a salir barato, hermano, sólo porque me invitaste los tacos y porque apoyo el consumo local. Dame 500 y estamos a mano.
El dueño del local, atónito, le dijo que en eso no habían quedado y, quitándose su mandil, lo invitó a hablar al lado de su puesto.
Pobre del showman. Hacer eso para no pagar la comida debe ser una práctica tan lastimera como patética. Había escuchado rumores de que había personas que hacían esto, pero nunca había visto uno en vivo. Toda una experiencia. ¡Jamás se me habría ocurrido!