Demos gracia, democracia
Coahuila y Nayarit confirmaron su vocación como ciudadelas del PRI.
Por: Hugo L. Del Río.Somos un pueblo contradictorio, difícil de entender. Es posible que a los mexicanos no les interese la democracia. En todo caso, no la conocemos. Quizás sea cierto que, actualmente, las elecciones son limpias y nos permiten votar por los hombres que deseamos llevar al terreno de las responsabilidades políticas. Si, efectivamente, hay aliño en la consulta social, ése será el único tramo de libertad que nos conceda el Sistema.
En su libro “El telegrama Zimmermann”, la historiadora norteamericana Bárbara Tuchman escribe que, en 1910, en México, con un noventa por ciento de analfabetismo, pocas, muy pocas personas estaban preparadas para matar o morir en la lucha por establecer un gobierno democrático. Fuimos a la bola porque vino el remolino y nos “alevantó”. Es entendible. Porfirio Díaz estuvo sentado 34 años en la silla presidencial. Santa Anna fue dueño de México en once ocasiones. Nuestra historia es una tragedia griega: traiciones, corrupción, ineficacia. Pero otros países han sufrido más y los pueblos superaron la devastación. ¿Será que no queremos aceptar las responsabilidades propias del ciudadano y preferimos que los políticos no sólo decidan sino incluso piensen por nosotros?
Sin duda, hay fuertes elementos de puerilidad en el pueblo mexicano. El Poder nos inspira temor. Nos negamos a entender que nosotros somos el Poder: continuamos quemando incienso a los pies del Hombre Providencial que nació para salvar a México. Los nayaritas reeligieron a un alcalde que confesó haber robado “un poquito”. La mayor parte de los coahuilenses simplemente no fueron a la casilla electoral, y los que asistieron sufragaron a favor de la sucia dinastía de los Moreira.
Jamás podremos cambiar a México si no rebasamos el servilismo, el miedo, el hábito de vivir en la indignidad. Los hombres que nos gobiernan son débiles y cobardes: nosotros los empoderamos con nuestra apatía. Aceptemos la despensa, la camiseta, el lonche con soda, pero tengamos presente que el voto es secreto y no está condicionado al “regalo” que compraron con nuestro dinero.
Charles Bukowski escribe: “…el hombre corriente está cansado ya de tanto cuento… No es el gobierno. Es el hombre contra el gobierno. Es el Hombre que no permite ya que lo engañen con unas Navidades blancas con la voz de Bing Crosby”.
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